viernes, 23 de mayo de 2008

Un Rayado en la Semifinal

Me levanté en la mañana pensando y tratando de decidirme por cual jersey del equipo voy a usar hoy para la semifinal contra Santos de Torreón. Es la de la suerte (Clausura 2003) o es la Nike nueva celeste que me acaban de regalar ayer? O la retro vintage ABACO de 1992-1993 con el 9 de Verdirame?

De cualquier manera, ya voy tarde. Mis amigos quedaron de llegar a las 7 para esperar un poco e irnos a mas tardar a las 7:15. Nadie ha llegado todavia y eso me pone nervioso porque es hora pico en la ciudad y el tráfico para ir al estadio, por cualquier vía, es imposible a estas horas.

Después de mucho deliberar, me decido por ponerme jeans y la nueva camisa con líneas celestes. Me gusta. Extraño las rayas originales azul rey, pero es bueno variarle (y más si tu idea era usar la misma camisa dos veces a la semana)

Por fin llegaron mis amigos. Hoy me toca sacar el coche hacia el estadio, porque honestamente, no quiero llevarlo a Torreón, ni tampoco lo quiero llevar a la final. Que le toque a otro.
Vamos viajando hacia el oriente por la avenida Lázaro Cárdenas. El día es muy caluroso (39°C a las 7 pm) y el A/C está encendido al máximo. Ya desde el interior del coche se ve una tarde muy agradable, y se aprecia el cerro de la silla en todo el trayecto hacia el estadio.

Conseguimos un lugar de estacionamiento muy bueno (y barato para los estándares de los franeleros viene-viene), que normalmente en los juegos de temporada regular no conseguimos y nos tenemos que estacionar un poco más lejos. Recorremos todo el Tec de Monterrey, y salimos hacia el estadio, no sin antes ir a comprar las tradicionales semillas de calabaza fritas.

Llegamos aproximadamente 40 minutos antes de empezar el juego, y el estadio ya luce pletórico. Los movimientos de los asientos empiezan a hacerse, que si yo traigo el boleto de aqui, pero que si yo vengo con mis amigos y te cambio de lugar a este otro para que estés mas cómodo, empezando a saludar a los amigos futboleros que solamente ves en el estadio cada quince días, de igual manera que en la iglesia se dan mutualmente la paz. Viejos amigos, algunos que estan en el mismo lugar desde hace mas de 8 o 10 años, con la misma esperanza que tu, que el equipo salga campeón. No se habla de trabajo, de deudas, de tristezas. Todo se centra en la familia y en el futbol.

Transcurre el partido, sin incidentes en las tribunas, cosa que me agrada (al menos en mi sección), porque no se escucha el tradicional grito de Fuera, Fuera, Fuera para aficionados del equipo rival cuando tienen una discusión con la mayoría rayada. El equipo se ve diezmado por una expulsión al 18' pero sobresale la fortaleza de los 10 restantes para mantener un resultado favorable y no dejar de intentar mejorarlo.

Al final, queda 1-1, después de toda un desborde de emociones comunes. Nos vamos con la frente en alto y con miras hacia visitar Torreón (con algo de miedo por la violencia de los Laguneros, que se ve que todavía no han aprendido de convivencia y que el futbol es una exhibición de un deporte, y no controlan sus emociones ni entre miembros de sus mismas barras, golpeándose como animales enjaulados).
El árbitro pita el final del partido y el templo futbolero se cierra una vez mas, preparado para la próxima final en la ciudad.

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